Comentarios acerca de la vida nacional. Temas militares, política, seguridad, terrorismo, fuerzas armadas, prensa, radio y televisión, moral y ética ciudadanas. Chascarrillos militares, cocina de campaña, noticias diversas... Todo según los artículos 20 de la Consitución Española y 177 y 178 de las RR.OO. para las FA,s.

25 noviembre 2006

114.- El sargento "Arensibia" y yo.

Verano del 64. Mi padre me alargó un folio de papel de barba. En él, escrita con una máquina cuyas oes a buen seguro estaban sucias, me pareció ver una instancia
– Firma - dijo mi padre apostillando el gesto.
Y yo, obedeciendo con presteza la insinuación-orden de mi padre de la misma forma que hoy cumplo las órdenes de mis hijos, firmé. Antes de que retirara el papel alcancé a leer "mi" súplica, "...tenga a bien admitir en ese cuerpo, como artillero voluntario, a..." íVoluntario!¡Casi dos años de mili!
- Te vendrá bien hacer la mili antes, por si acaso...- remachó mi padre.
Yo estaba preparando la oposición para ingresar en la Academia General Militar y mi padre estimó que ser cocinero antes que fraile no me vendría mal. Además, si no conseguía finalmente ingresar en la carrera militar, habría cumplido.
En aquel tiempo, con el certificado de buena conducta que nos había extendido Eisenhower poco antes, España acometía uno de aquellos planes de desarrollo que convirtieron en realidad los sueños de "Bienvenido Mr. Marshall". Entonces las palabras objetor e insumiso, no figuraban ni en el diccionario de la Real Academia, ¿entran ustedes en situación?.
Y llegó. Eran los primeros días de un calurosísimo mes de julio cuando me presenté en el campamento donde realizaría mi período de instrucción como recluta. Como toda buena unidad militar que se precie estaba ubicada en un lugar polvoriento, más caluroso que el entorno y con una escasez endémica de agua. Debió ser enormemente difícil encontrar próximo a la sierra de Madrid semejante sitio.
Me dieron dos uniformes, el de invierno de lana fresca y el de verano de gabardina calurosa, ambos, junto con las botas, crecederos. A esa edad aún se sigue creciendo y no era cosa de cambiar los uniformes a mitad de la mili. Me cortaron el pelo anticipándose en muchos años a la moda actual, es decir entre el cero y el uno, lo que motivó que a la gorra que me habían proporcionado, también crecedera a pesar de que los parietales poco iban dar de sí, no tuviera que desplegarle las orejeras para abrigarme. Y el olor. En la mili no huele el soldado. Es un error. Huele el tinte que le dan a los uniformes, que unido a la natural y abundante transpiración provoca el clásico tufillo en los cuarteles.
Desconcertado y en guardia atravesaba una enorme explanada con todo el equipo, cuando tuve mi primer contacto con él. Su voz, el primer contacto su voz. A cien metros del dormitorio donde él distribuía las camas, podía oír una voz grave, potente, amenazadora, como un león marcando su espacio vital. Al entrar le ví y tragando saliva de mi boca seca me presenté:
- A la orden de usted mi primera...-
- !Muchacho, de primera nada que te arranco la cabeza!..., cabo primero - rugió el primero "Arensibia".
Porque "Arensibia" era cabo de primera de Artillería, aunque él lo de primera lo llevaba fatal. "Arensibia" era uno de aquellos cabos primeros con casi ocho años de mili que mandaban más de lo que yo pueda mandar hoy.
A partir de ese momento, pasando lista -...no sabes gritar recluta...-, dando consejos -...medio minuto para enjabonarse, medio para aclararse...-, en instrucción -...en el segundo tiempo se da una fuerte palmada...- y él rompía una culata de chopo macizo del mosquetón Mauser español en la demostración, o en charlas teóricas -...a los generales de vuecencia...-, el primero "Arensibia" bruto donde los hubiera, utilizando más decibelios que los Rolling Stones, trataba de penetrar físicamente nuestros tímpanos para llegar a la circunvolución cerebral donde se almacenan este tipo de conocimientos.
El primero "Arensibia", poseía una vasta falta de preparación cultural, pero su perseverancia y sacrificio personal hicieron que fuera capaz de instruirme en los rudimentos del tiro y topografía de Artillería, que por aquel entonces se basaban en un ágil manejo de las tablas de logaritmos. Algún universitario de primer año aprendió con "Arensibia" el cálculo del logaritmo de las funciones circulares de ángulos menores de tres grados... Conocía y explicaba a la perfección tanto las armas individuales como las colectivas, la cadena de fuego que pone un proyectil en movimiento, las peculiaridades de la trayectoria parabólica, los diversos ángulos a considerar, las precauciones con la munición..., "Arensibia" era un gran profesional.
Su sistema de enseñanza, elemental. Explicación, demostración y ejecución. Decenas de veces, y si la cosa no iba, un par de vueltas a la explanada a paso ligero soportando casi cuarenta grados, nos motivaba. Nunca ví a nadie que se arrugara.
Al atardecer, era curioso pero nos arremolinábamos en la puerta de la cantina donde "Arensibia", más "relajado", nos hablaba de lo divino y de lo humano, comentaba las "incidencias" del día, y poco a poco nos iba metiendo en el bolsillo. "Arensibia" era un auténtico líder.
Casi a punto de terminar el período de recluta en el campamento, un murciano de Totana, mi mejor amigo en la mili, analfabeto total, duro como el granito que nos rodeaba, al que "Arensibia" enseñó a leer y escribir ("por mis co...") utilizando mucha "mano" izquierda ("Arensibia" era zurdo), perdió a su padre en un accidente de trabajo. Urgentemente le dieron permiso para marcharse a su pueblo. Se iba en tren por cuenta del estado, pero la conexión era difícil y con varias horas en las que mi amigo, pobre de solemnidad, no podría ni comer un bocadillo. Se despidió del primero "Arensibia" pues ya no volvería al campamento. "Arensibia" le dió la mano y luego un abrazo, al murciano se le saltaron las lágrimas, "Arensibia" se volvió, nos ladró algo ocultándonos la cara a los que allí estábamos y desapareció rápidamente. Mi amigo abrió la mano y mostró plegado un billete de cien pesetas de las de entonces. "Arensibia", era un sentimental.
No volví a ver a "Arensibia" hasta que me incorporé a mi primer destino como teniente. Estaba relevando la unidad en el despacho, cuando a mi espalda una voz tonante, inconfundible, comenzó a darme novedades, "Arensibia".
Había conocido a "Arensibia" desde abajo, pero ahora lo veía desde un empleo superior. Manejaba a trescientos hombres con la mirada, los arrastraba. Con decir que conseguía, en la mili, voluntarios para todo... Sus explicaciones eran siempre sorprendentes, su sistema... permítanme que me retire con el secreto, pero sus resultados eran envidiables. "Arensibia" me dió lecciones de mando.
Perdí su pista durante unos años. Al volvérmelo a encontrar "Arensibia" era sargento. Se había casado y dado prisa, tenía dos hijos. Yo era capitán y tuve mi único roce con "Arensibia". El caso es que pasando lista de retreta, un listillo de esos que pretenden en el servicio militar, no ya volcar las fatigas que le corresponden en sus compañeros, como era el caso, sino hacer de su situación una cuestión personal entre él y los que tenían como misión, por ley, encuadrarle y formarle militarmente, trató durante el acto de burlarse de su sargento amparándose en sus compañeros. "Arensibia", con muchos más años de mili, después de sufrir ante ciento cincuenta hombres la continua afrenta militar y personal, le localizó. Creo que cuando se licenció aún llevaba la sombra de los cinco dedos de la mano de "Arensibia" en la cara.
Tengo ideas muy claras acerca del maltrato en el servicio militar. La fatiga soportada debe provenir de la dureza aplicada en la instrucción pero no de las personas que instruyen. Haciendo de tripas corazón hube de admitir el parte que del sargento "Arensibia" me daba aquel sufridor de la mili. Tuve que amonestar a "Arensibia" y apuntarle su única nota desfavorable, y tragué saliva cuando a este gran profesional, con veinte años de servicio, casado y con dos hijos, se le saltaron las lágrimas. Aquel fue el único logro del listillo en su servicio militar.
He vuelto a ver, mejor dicho a oír, a "Arensibia", cuando pasaba por delante de un despacho en un Gobierno Militar. Allí, habiendo superado como un jabato los distintos cursos de ascenso, languidece "Arensibia" como teniente de la Escala Auxiliar.
- Mi coronel que ya no es lo mismo, que son más blandos, que los veo cuando vienen a pedir prórroga o a declararse objetores...- .
- No Arencibia, no, son otros tiempos, otros modos, nosotros pasamos el testigo. Ellos, todos, no unos cuantos, sabrán correr su etapa. Tú supiste correr con brillantez la tuya. ¿Un rioja por los viejos tiempos, cuando me dabas caña? -.

* * *

EPÍLOGO.


Obvio parece decir que en este relato yo soy siempre el mismo pero "Arensibia" no. Son distintos suboficiales, con nombre y apellidos, a los cuales, a lo largo de mi carrera, he estado orgulloso de obedecer o de mandar.
Desde hace más de una veintena de años, los suboficiales del Ejército se forman en la Academia General Básica, su nivel cultural es alto, salen muy jóvenes y tienen una prometedora carrera, pero que me perdonen si en este momento rindo un homenaje a aquellos hombres, los que un civil denominaría chusqueros (¿se atrevería alguien a llamar chusquero a a un conocidísimo presidente de un gran banco nacional?) que justamente al contrario, con bastante menos nivel cultural y mayor edad, ascendieron por la escalilla enfrentándose con técnicas y procedimientos que superaron con perseverancia, vocación, amor al servicio y el sacrificio desinteresado, personal y familiar, que acredita una menguada paga.
A tí, "Arensibia", mi cariño y mi respeto.
Y lo demás, lo demás..., son historias de la "puta" tele.

Madrid, abril de 1994
* * *


P.S.: Este relato está recuperado de un viejo ordenador donde lo escribí en 1994. Actualmente he visto a “Arensibia”, el primero, el más auténtico, en alguna de las “santabarbaritas” que se organizan en Fuencarral, enfrente de Tele 5. Le he saludado como siempre – A la orden de usted mi primero -. Él ríe con socarronería y tono grave de viejo león. “Arensibia” sigue igual.



2 Comments:

Blogger Leónidas Kowalski de Arimatea said...

¡A sus órdenes!

Permítame presentarme con mi identidad real, que no oculto pero tampoco luzco en Internet: soy el Cabo Primero Pineda Alburquerque, destinado en el RACTA 4.

Su historia me ha gustado mucho. Siempre da gusto ver que alguien de los "de arriba" recuerda con respeto a los "de abajo". A veces nos da la impresión de que para ustedes no existen los que no tenemos estrellas, pero los tiempos han cambiado, como bien le recuerda usted a "Arensibia". Bien cierto es que los oficiales me han enseñado mucho en mis trece años de servicio, pero no menos cierto es cada día tengo algo que aprender de mis soldados. Las cosas, en efecto, han cambiado, en algunos aspectos para mejor, y en otros para peor --ay, cómo añoro a esos soldados de reemplazo que no cuestionaban las órdenes ni se inventaban imaginarios derechos--.

Hay cierto asunto que no quiero soslayar y que en gran parte es el que motiva este comentario. Dice usted:

[Desde hace más de una veintena de años, los suboficiales del Ejército se forman en la Academia General Básica, su nivel cultural es alto]

Témome que en ese continuo cambio al que están sometidas las FAS también la calidad de nuestros suboficiales está decayendo en la actualidad. Como militar profesional (y hasta hace poco vocacional) siempre respetaré y obedeceré a mis suboficiales, pero me preocupa la estadística que muestra la relación entre el número de vacantes y opositores en la A.G.B.S. Creo, sinceramente, que algo no funciona bien en el sistema de ascensos entre la Tropa y la Suboficialidad.

Por lo demás, me ha sido muy grato encontrar a un oficial "bloguero".

¡A sus órdenes!

23 octubre, 2007 17:58

 
Blogger F La C said...

20 diciembre 2007

Estimado amigo y doblemente compañero:
Por razón de mis viajes no había visto el comentario que has tenido la atención de hacer a mi artículo sobre el célebre "Arensibia".
Ya que te has identificado, procuraré localizarte en tu, nuestro, RACTA 4, para charlar un rato.
Un abrazo,

F La C
Artillero.

20 diciembre, 2007 19:08

 

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