Poca gente se ha echado a la
kalea en el día del Aberri Eguna. Me marcho a Bucarest con la imagen de Ibarreche soltando su discurso acerca de la gran cantidad de peculiaridades que rodean a su (la suya, yo soy español de todos los sitios) patria vasca. Su discurso fue de política ficción. ¡Cuántos vascos han honrado con su enorme quehacer, dentro y fuera de su tierra, la Historia de España y de su patria chica! Y sin embargo, cómo son omitidos en el discurso fanático de éste oportunista de pacotilla.
Me quedé dándole vueltas a la insólita verborrea del morrosko de la política hasta que llegué al aeropuerto Henri Coanda, Otopeni, de Bucarest. La marejada mental se me pasó al instantante al preguntarme el taxista por la
calea a la que debería llevarme.
¡Menudo palo al exclusivista, "oie"! A lo mejor es capaz de matizar que su
calea es con k.
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